¿Por qué nos disgustan los lunes?
De vez en cuando unas cuantas cosas marcharán mal. Y a pesar de todo muy pocas de ellas seguirán estando mal. La mayoría de las heridas comienzan a cicatrizar prácticamente a partir del mismísimo momento en que se producen. Hasta la más profunda tristeza, la más terrible amargura, se irá apaciguando poco a poco, a medida que la vida siga su curso. Las cosas que se rompen se reparan o se reemplazan. Las estrategias que no funcionan se convierten en lecciones que te ayudan a descubrir y a desarrollar aquello que sí funcionará. Que las cosas salgan mal no es el fin del mundo. Es, en cambio, el comienzo del camino que te lleva a hacer progresos, a mejorar, es el primer paso hacia un aprendizaje y un crecimiento.
Cuando las cosas marchan mal lo que debes hacer es descubrir dónde resultarán más efectivos tus esfuerzos. Tienes la oportunidad de fortalecer tu carácter, tus habilidades, tu perseverancia y la confianza en ti mismo. No esperes, ni desees que las cosas salgan mal. Pero cuando así sea, muévete, ponte en marcha y sigue avanzando.